Cuando vi la imagen del hombre, que por mucho tiempo hizo marca para bien o para mal en la política venezolana azotado por un accidente cerebro vascular, no pude evitar sentir compasión. Este hombre recibió una de las mayores rentas petroleras de la historia, y al igual que el de Sabaneta, lo derrochó y en vez de invertir en una Venezuela real creó un monstruoso aparato burocrático, y cuando la platica no le alcanzó comenzó a endeudar al país, la deuda que canceló Juan Vicente Gómez en su gobierno se reinició y comenzó su carrera a la estratosfera.
Cuando comenzó la carrera hacia su segunda presidencia, vi con enorme desconfianza a ese ser que elevaba los brazos y saludaba a cada rincón del país, los que se beneficiaron de los créditos que luego se convirtieron en regalos, se frotaban las manos y avizoraban otro río desbordado de dinero fácil. Pero la realidad fue muy diferente, el país que hipotecó le negó los recursos que demandaba y tuvo que recurrir al FMI y al Banco Mundial, quienes pusieron unas duras condiciones al pueblo venezolano para prestar el dinero que tanto necesitaba el gobierno, y explotó así la bomba de tiempo que había comenzado a construir años atrás.
Cecilia Matos apareció en escena convirtiéndose en la amante del presidente, la barragana era su nombre en la mayor parte del país, y hay quienes afirman que fue colocada al lado del presidente por Orlando Castro y afirman que amasó una tremenda fortuna de dudosa procedencia. Se dice que fue la persona que ejerció verdaderamente el poder bajo la sombra del Gocho.
Hoy falleció en Colombia y sus hijas planean enterrarla en Miami, la justicia de los hombres no la alcanzó.
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